ANM

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Adoracion Juvenil Mexico

abril 19, 2010

JESÚS SE HA PUESTO EN LAS MANOS DEL JOVEN

La Eucaristía es un don que exige responsabilidad. Dios se ha quedado indefenso, confiando en nuestra respuesta de amor. ¿Cómo lo has tratado hasta ahora? Muchas veces lo dejamos solo en nuestros templos, no acudimos a su invitación a participar en la Santa Misa, y lo que es peor, ¿cuantos lo reciben en pecado grave?

La Pontificia Comisión para los Congresos Eucarísticos Internacionales ha preparado un texto base para los Congresos Eucarísticos que se llevarán a cabo en todo el mundo. Ahí nos dice en el número 15 lo siguiente:

“Frente al Pan de la vida partido, “por nosotros”, no podemos más que decir, con fe humilde: “Oh, Señor, no soy digno de participar en tu mesa, pero di tan sólo una palabra y seré salvado”. No hemos de olvidar que la noche del gran Sacramento es también la noche de la traición culpable del Judas.

“Desgraciadamente, es posible recibir indignamente el cuerpo y la Sangre del Señor: acoger a Cristo exige dejar que Él viva en nosotros, que hable y obre a través de nuestra voz y de nuestras manos, que continúe su misión oblativa en nuestra vida gastada “por los demás”, sin excluir a ninguno. “Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa; pues quien come y bebe sin discernir, el cuerpo, come y bebe su propio castigo” (1 Cor 11,28-29). Por eso el que ha faltado gravemente contra uno de los mandamientos de Dios, antes de acercarse a recibir la Comunión Eucarística debe purificarse del pecado por medio del sacramento de la Penitencia.

De hecho, por una parte, la Eucaristía es fuente de reconciliación y compromete a los creyentes a ser promotores eficaces del perdón. Por otra parte, para que cada uno pueda acercarse dignamente a recibir el Cuerpo de Cristo, es necesario que se reconcilie no sólo con Dios, sino también con los hermanos y la comunidad. Es el significado –en el rito romano–, de la señal de la paz, intercambiada antes de la comunión que une a todos en un solo cuerpo, animado por los frutos del Espíritu: “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí” (Gal 5,22).”

Para recibir en verdad el Pan entregado “por vosotros y por todos”, debemos reconocer a Jesús en los hermanos más pobres, en los pequeños en los despreciados. La Eucaristía exige una respuesta de vida renovada, abierta al amor sincero. San Juan Crisóstomo nos recuerda: “Has gustado la Sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. Deshonras esta mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento al que ha sido juzgado digno de participar en esta mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y tú, aún así no te has hecho más misericordioso.”

abril 15, 2010

tanto amo Dios al mundo que entrego a su hijo unigenito para salvarnos

I. Jesús, tu muerte en la cruz es a la vez un don y una tarea: un don, regalo inmerecidísimo de Dios, que «tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito;» y una tarea, porque sólo «el que cree en él no es juzgado; pero quien no cree ya está juzgado.» Es decir, hace falta creer para obtener la vida eterna: tu muerte quedaría infructuosa sin mi correspondencia.

Creer no es un «estado mental» sino una tarea que ocupa toda la vida y abarca todos los actos: es un «estado vital», un modo de vivir, no sólo un modo de pensar. «Este es el juicio: que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, ya que sus obras eran malas.» No es suficiente «decir» que uno es cristiano, ni siquiera vale con «sentirse» cristiano. Pensar así sería un triste engaño, porque el juicio mira las obras. «La fe en Dios, el Único, nos lleva a usar de todo lo que no es él en la medida en que nos acerca a él, y a separamos de ello en la medida en que nos aparta de él». (CEC.- 226).

En el fondo, Jesús, la tarea que me pides desde la cruz -esa tarea de creer en el nombre del Hijo Unigénito de Dios-, se identifica con mi lucha por ser santo: es decir, con intentar que mis obras, mi vida entera, sean hechas según Dios, buscando cumplir la voluntad de Dios.


II. «Cuando tenemos turbia la vista, cuando los ojos pierden claridad, necesitamos ir a la luz. Y Jesucristo nos ha dicho que Él es la luz del mundo y que ha venido a curar a los enfermos. -Por eso, que tus enfermedades, tus caídas -si el Señor las permite-, no te aparten de Cristo: ¡que te acerquen a Él!» (Forja.- 158).

Jesús, cuando a veces mis obras no son las que deberían ser, tengo la tentación de montarme mi teoría para quedarme más tranquilo: yo soy de los «normales»; ya es bastante con lo que hago, comparado con los demás..., etc. Si hago caso de estos razonamientos -que proceden de la cobardía propia del que «no viene a la luz, para que sus obras no sean reprobadas-», iré perdiendo la claridad que tenía cuando estaba más cerca de Ti, me iré alejando más y más de Ti.

Que me dé cuenta, Jesús, de que el cristiano debe compararse contigo, no con los demás; y que lo normal para un hijo de Dios es luchar por ser santo, aunque cueste. Que no me engañe, que me mantenga en la verdad, y que, si mis ojos pierden claridad, vuelva a la luz, pues «el que obra según la verdad viene a la luz.»

Jesús, Dios me ha amado tanto que te ha entregado para salvarme, para curar mis enfermedades, mis caídas. A mí me pides que crea en Ti, es decir, que mis obras sean hechas según Dios, que busque hacer la voluntad de Dios. Pero si en esta lucha por la santidad tengo derrotas, ¡que no me aparten de Ti, Jesús! Es entonces, precisamente, cuando más te necesito, porque Tú mismo has dicho: «No tienen necesidad de médico los que están sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a la penitencia». (Lucas 5,31-32).

Jesús, que siempre que lo necesite, acuda con prontitud al Sacramento de la Penitencia, que es el «sacramento de la luz» porque me devuelve la gracia y aplica en la práctica los méritos de tu Redención; de modo que, al creer en Ti, «no perezca sino que tenga vida eterna».

abril 08, 2010

Empezamos este Proyecto Piloto de ANM para Jovenes en Corpus


HOLA CHAVOS, ES PARA MI UN GRAN HONOR EMPEZAR ESTE NUEVO PROYECTO QUE DIOS MISMO ME HA ENCOMENDADO PARA QUE NUESTROS JÓVENES SE ACERQUEN Y LO CONOZCAN, QUE OJALA CON LA FUERZA DE SU ESPÍRITU SANTO LOGREMOS QUE ESTE PROYECTO QUE EMPEZAMOS DE UN RESULTADO SATISFACTORIO PARA LA GRACIA DE JESÚS SACRAMENTADO, PONIENDO TODO NUESTRO CORAZÓN Y EMPEÑO PODAMOS FORMAR LOS CIMIENTOS DE LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR. "ESTA ES MI ORDEN: SE VALIENTE Y TEN ANIMO; NO TIEMBLES NI TENGAS MIEDO; YAVÉ TU DIOS ESTA CONTIGO A DONDE QUIERA QUE TU VAYAS" Jos 1,9